lunes, 18 de mayo de 2015


POESÍA FUERA DE FRONTERAS

Estos versos, escritos con la mano en el pecho y la mente lúcida, son en parte el reflejo de la etapa más sombría de la historia contemporánea de un país, cuyas dictaduras militares, a tiempo de sembrar el pánico y la violencia bajo el lema de lucha contra el terrorismo de izquierda, desencadenaron una represión insensata contra sus opositores, motivados por la clara convicción de liquidarlos físicamente, flagelarlos en las cámaras de tortura y lanzarlos a la diáspora del exilio sin más consuelo que la esperanza.

Así, los primeros bolivianos llegados a Suecia en calidad de refugiados políticos, a partir de los años ’70 y ’80, trajeron consigo un rico bagaje cultural y una experiencia que pronto se plasmó en obras literarias tanto en verso como en prosa. De este modo, la literatura boliviana, parte integrante de la robusta columna vertebral de la vida cultural del país, ha trascendido las fronteras nacionales y se ha difundido allí donde sus promotores sentaron sus bases de residencia.

A este contingente de exiliados, con el transcurso de los años, se sumó la ola de emigración económica que, motivada por el afán de buscar nuevos y mejores horizontes de vida, ayudó a fortalecer la presencia boliviana en Suecia.

La elaboración de un compendio general, aparte de mostrar los avances de la poesía escrita por bolivianos (as) residentes en Suecia, sirve no sólo como un documento de época, sino también como un punto de referencia para quienes están interesados en conocer algo más de la literatura boliviana creada fuera de fronteras.

No es casual que el discurso de estos poemas trascienda el espíritu boliviano en el exilio. Los versos hablan del desarraigo, la nostalgia y las hostilidades de un mundo cada vez menos ancho y más ajeno. Aquí es donde la poesía, con mayor o menor destreza técnica y lingüística, constituye un testimonio tanto personal como colectivo.

La poseía, leída desde esta perspectiva, es una herida abierta en la vida nacional, un grito de protesta de quienes no se resignan al silencio ni a ser los sempiternos desplazados en la cola de la historia. Y, lo que es más importante, algunos de estos poetas, acaso sin saberlo, son los encargados de representar a Bolivia en el mapa de la literatura latinoamericana en Suecia.

Por otro lado, es interesante observar que estas composiciones, aparte de estar salpicadas de metáforas y figuras de dicción, se caracterizan por el uso de voces y giros idiomáticos propios de un país multilingüe y multicultural. De ahí que los bolivianismos insertados en varios de los poemas, como interferencias naturales y hasta necesarias, son elementos complementarios del proceso de versificación que culmina en el instante de la revelación.

Si bien es cierto que hay versos referidos a la cosmogonía andina, a los dioses tutelares del cielo, la tierra y el subsuelo, es también cierto que hay otros referidos al paisaje y la topografía, donde el macizo andino es tan deslumbrante como los valles, las selvas y los llanos; no en vano Bolivia es un país multifacético, una suerte de caleidoscopio en el corazón de América Latina.

A los versos intimistas, que afloran desde lo más hondo del alma, se suman los versos escritos con explosión expresiva, donde los mineros son la fuerza combativa y los campesinos los herederos del hambre desde que los conquistadores irrumpieron en sus tierras llevando armas en el cuerpo y mentiras en la lengua.

Asimismo, están presentes los temas inspirados, así sea en menor grado, por las experiencias adquiridas en el país que los acogió de manera transitoria o permanente, pues a través de la escritura nos dan cuenta de su modus vivendi; de sus silencios y protestas, de sus sueños, amores y esperanzas, de su apego a la vida y su odio contra los atropellos de lesa humanidad; ellos son quienes le ponen la palabra al sentido común y en ellos se sintetiza el sentir popular.

En este libro, sin más pretensiones que las inherentes a un trabajo honesto, está compendiada la poesía boliviana publicada en las tres últimas décadas en Suecia. Es una selección sencilla pero significativa, sobre todo, si se trata de difundir la literatura de un país que, por los avatares del destino y la desinformación, es mucho más conocido por los golpes de Estado, el narcotráfico y la inestabilidad política; una imagen nacional que, a despecho de su grandeza, no siempre corresponde al valor de sus recursos naturales y su riqueza cultural.

Debo aclarar que, en el proceso de elaboración de este volumen, no he manejado los parámetros propios de una obra antológica, que en principio considera el oficio escritural del autor y el valor estético de la obra seleccionada, sino el criterio de mostrar un panorama general de la poesía boliviana en Suecia, incluyendo a los autores que tienen uno o más poemarios publicados. Lo contrario hubiera implicado registrar sólo a quienes, con legítimo derecho, destacan en el contexto de la poesía boliviana contemporánea y cuyas obras son dignas de ser tomadas en cuenta en las antologías de poesía latinoamericana.

El libro, que contó con el respaldo de José Vargas, secretario de cultura de la Federación Nacional de Asociaciones Bolivianas en Suecia, reúne a los siguientes autores: Efraín Arizcurinaga (La Paz, 1925), Héctor Borda Leaño (Oruro, 1927), Javier Claure Covarrubias (Oruro, 1961), Edgar Costa (La Paz, 1943), Iván Decker Molina (Cochabamba, 1946), María Joaniquina (Oruro, 1957), María Miranda (La Paz, 1957), Yarko Rhea Salazar (La Paz, 1956), Edwin Salas Russo (Casarabe, 1954), Rodolfo Siñani Paz (La Paz, 1939), María Luisa Umboni (Cochabamba, 1947), Olga Vásquez de Arizcurinaga (La Paz, 1927) y Galia Yaksic (Oruro, 1971).

Ahora sólo queda aguardar que se sumen nuevas voces al quehacer poético boliviano en Suecia, donde ya se fijó la primera piedra de toque, a partir de la cual pueden proyectarse otras iniciativas tendientes a rescatar lo más significativo de la literatura boliviana escrita en la diáspora de la emigración y el exilio. 

miércoles, 6 de mayo de 2015


VÍCTOR MONTOYA EN CONGRESO DE ESCRITORES

El escritor y pedagogo boliviano dictará una conferencia en el VII Congreso Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, a realizarse en la ciudad de Oruro, entre el 9 y 10 de mayo del año en curso. El evento tendrá lugar en el Centro de Convenciones de la Casa de Retiro Iroco, dependiente de las Hnas. Capuchinas.

Los organizadores del evento hicieron conocer que, además de la conferencia de Montoya, quien desarrollará el tema: El tsunami de las ediciones digitales, ¿una amenaza para los libros impresos?, se presentarán también otras ponencias en torno a las ediciones tradicionales, en soporte papel, y las ediciones digitales, que son cada vez más frecuentes gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación, tomando como base las ventajas y desventajas que ofrecen ambas modalidades en las publicaciones de libros destinados a los niños y jóvenes.

El Congreso estará antecedido por la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil, que se efectuará en el Colegio Alemán, entre el 7 y 8 de mayo, con los auspicios del Comité Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (CONALIJ) y el Comité Departamental de Literatura Infantil y Juvenil de Oruro, en coordinación con el Club del Libro Oruro y la Unión Nacional de Poetas y Escritores (UNPE).

Según el programa de este importante evento, en la Feria del Libro estarán presentes decenas de escritores y escritoras de todo el país, para exponer sus obras y dialogar con sus lectores interesados por tener contacto directo con sus autores y solicitarles un autógrafo para el recuerdo.

Asimismo, durante el acto de clausura de la Feria del Libro, se dará a conocer el nombre del ganador/a de la tercera versión del Premio Nacional Hugo Molina Viaña, que consta de un diploma y la estatuilla Martín Arenales, cuyo personaje representa al quirquincho agarrado de un libro, en homenaje a uno de los protagonista de la obra infantil del consagrado escritor orureño Hugo Molina Viaña.

La conferencia de Víctor Montoya, autor de textos pedagógicos y del ensayo Literatura infantil: Lenguaje y fantasía, está programada para el sábado 9 de mayo, a Hrs. 14:00, en la Casa de Retiro Iroco, ubicada en una apacible población de la provincia Cercado de la Capital Folklórica de Bolivia. 

domingo, 3 de mayo de 2015


LA PRENSA ESCRITA EN LA ESCUELA

Ahora que Goyi y su grupo de amigos, después de un largo descanso, vuelven a reiniciar su labor educativa a través del periódico Cambio, con ocho páginas a todo color y con una variedad de temas de interés general, es necesario reflexionar sobre la importancia de la prensa escrita dentro del sistema escolar.

Para nadie es desconocido que el suplemento estudiantil Goyi, desde que apareció en formato de historieta en el desaparecido matutino Presencia, el 23 de abril de 1967, y más tarde como suplemento en los periódicos Hoy y La Prensa, haya tenido siempre la intensión de convertirse no sólo en un material elaborado con desmedido amor por la niñez y la cultura, sino también el interés por transitar por los senderos de la educación boliviana.

Este suplemento, fundado y dirigido por el profesor Jaime Sanjinés Vidal, es una fehaciente prueba de que los periódicos pueden servir como complementos de los materiales didácticos que se usan en las aulas, sobre todo, si el personaje infantil, que protagoniza las historias desplegadas en sus páginas, tiene la misión de impartir conocimientos a otros niños, quienes lo consideran un profesor que comparte su infinito saber con entusiasmo y alegría.

La prensa escrita, aun sin la pretensión de reemplazar al material didáctico aprobado dentro del sistema escolar, cumple la función de informar y formar a los ciudadanos en el marco de una pluralidad de criterios y opiniones concernientes a la vida social, política, económica y cultural; una temática que no es ajena al plan curricular de la enseñanza en escuelas y colegios, aparte de que algunas secciones o suplementos de la prensa escrita contribuyen a la adquisición del hábito de la lectura.

No es menos importante el hecho de que la prensa escrita esté presente en la vida cotidiana de las personas, debido a que, a través de ella, se enteran de los hechos que se suscitan en su entorno y en otras latitudes del mundo. Sin la información que proporciona la prensa, sería más difícil estar al tanto de las noticias y los conocimientos que hoy se difunden con una asombrosa rapidez, gracias a las nuevas tecnologías que irrumpen tanto dentro como fuera del establecimiento escolar.

Si Cristóbal Colón desconocía que sus carabelas anclaron en las costas de la isla Guanahani, donde se inició la conquista del llamado Nuevo Mundo, el día en que el hombre pisó la luna, millones de personas contemplaron el acontecimiento. ¿A qué de debió este gigantesco salto en la historia? Simple y llanamente, al avance tecnológico de los medios de comunicación.

Antes del desarrollo de la informática, la noticia demoraba semanas y meses en llegar a su destinatario; en cambio en la actualidad, cualquier suceso trascendental es conocido inmediatamente por todos, como si el mundo se hubiese achicado gracias al avance electrónico de la prensa oral, audiovisual y escrita.

Así como la revolución tecnológica dejó de ser un mito para trocarse en una realidad consolidada y cotidiana, los medios de comunicación dejaron de ser también el privilegio de una minoría en función de poder, para transformarse en un polo aglutinador de personas e ideas diversas, al margen de que una misma noticia sea interpretada de diversas maneras, dependiendo de las ideas y la escala de valores que identifican al transmisor.

Tanto los periodistas, como los lectores, son personas cuyas ideas políticas, preferencias y criterios están marcados por la realidad concreta de su entorno. No obstante, la prensa escrita hace posible que los individuos se ubiquen en su tiempo y tengan conocimiento de los principales hechos que acontecen en el mundo. Por eso mismo, el  periódico debe ser un elemento indispensable en la escuela y un material puesto al alcance de profesores y alumnos, sin que por ello se tenga que crear una nueva asignatura dentro del programa escolar.

Cuando uno se refiere al papel educativo de la prensa, no pretende decir que se sustituya el libro de texto por el diario ni el contenido de los programas de enseñanza con las noticias de actualidad, debido a que un periódico jamás será una enciclopedia, ni un libro de texto ni un manual escolar: primero, por no estar elaborado desde una perspectiva didáctica ni de acuerdo al desarrollo intelectual y emocional del niño; y, segundo, porque su función es esencialmente de información y opinión.

La prensa en la escuela sirve para conocer su mecanismo interno; por ejemplo, cuáles son las fuentes de donde proviene la información, cómo se debe elaborar la noticia, cuáles son sus componentes ideológicos y al servicio de quiénes se hacen las propagandas.

La prensa escrita ayuda a: 1. Entrar en contacto con el entorno más próximo, conociendo lo que acontece en él. 2. Ampliar este entorno con el conocimiento de otros medios y otras comunidades. 3. Contrastar noticias y opiniones, sometiéndolas al debate, con el fin de consolidar un criterio propio, respetar las opiniones de los demás y aprender a dialogar. 4. Consolidar la libertad de expresión. 5. Aprender a leer la prensa con sus mecanismos específicos y sus códigos característicos. 6. Reforzar la comprensión lectora y estimular la expresión escrita, importantes técnicas instrumentales tanto para la educación como para la cultura.

El periodismo y la educación se dan la mano en un objetivo común: enseñar a leer la prensa, concentrando la atención de los alumnos en las páginas y el contenido de las mismas, aun sabiendo que unos prestan mayor atención a las noticias deportivas, mientras otros a las notas culturales o de actualidad. No faltan quienes hojean el periódico sólo para ver algún anuncio comercial.

Cuando se lee la prensa no basta con analizar el lenguaje periodístico o enjuiciar el contenido del texto, sino también considerar su presentación, tipo de letra, compaginación, codificación gráfica y otros.

La prensa escrita, contrariamente a lo que muchos se imaginan, está siendo usada como recurso didáctico en varios países, incluso con espacios propios dentro de los programas de enseñanza. Los periódicos, además de estar presentes en las asignaturas de lenguaje, ciencias sociales y ciencias naturales, han sido también introducidos en las matemáticas, debido al bombardeo cada vez más frecuente de noticias de carácter numérico, propiamente aritméticas o insertas en estadísticas.

Con todo, a pesar del empeño que se hace por usar la prensa como instrumento auxiliar en la enseñanza, no faltan quienes se oponen a la idea arguyendo que no hay tiempo que perder en lecturas superfluas habiendo un montón de libros de texto; cuando en realidad, la prensa escrita no sólo sirve como material informativo, sino también como objeto de estudio y técnica de trabajo, según la iniciativa del profesor y el interés de los alumnos.

La prensa escrita, aun sin ser enteramente objetiva, ni presentar la estructura didáctica del libro de texto, es un auxiliar indispensable en el proceso educativo de quienes, como los estudiantes, viven inmersos en una realidad concreta, donde los acontecimientos sociales y humanos se suceden de manera vertiginosa.

La escuela y la prensa están interrelacionadas. Ni la una ni la otra está desvinculada de la realidad, y ambas contribuyen a la información y formación del individuo. Sin ir demasiado lejos, los alumnos adquieren gran parte de sus conocimientos fuera de las aulas y gracias a los medios de comunicación como la televisión y las redes de Internet.

De modo que el libro de texto deja de ser el instrumento básico en el proceso de aprendizaje, cediendo el paso a otras vías metodológicas más activas y vitales; es más, si se parte del criterio de que el entorno tiene una importancia pedagógica y didáctica, entonces habría que considerar a la prensa escrita es un excelente auxiliar en el proceso educativo, en vista de que le ayuda al alumno a interpretar y utilizar correctamente las informaciones que proporcionan los medios de comunicación, procurando consolidar su propia opinión sobre la base del pluralismo ideológico y el respeto a la libertad de expresión. 

miércoles, 22 de abril de 2015


EL CONTRABANDO IDEOLÓGICO EN EL PATO DONALD

Las publicaciones clásicas de Walt Disney, traducidas de un golpe a decenas de idiomas, constituyen los vehículos más perfectos del contrabando ideológico que los capitalistas suministran a los niños y adultos de los países del llamado Tercer Mundo. Nadie desconoce que estas historietas sean las fábulas más ingeniosas del siglo XX, y sus animalitos, aparentemente ingenuos, los personajes antropomórficos más conocidos -reconocidos- de Estados Unidos.

En estas publicaciones a todo color, que sirven como instrumentos de colonización intelectual, Pato Donald y su caravana de amigos/enemigos desempeñan el mismo rol socio-histórico que las clases antagónicas del sistema capitalista, pues ni bien se abren las tapas saltan a la vista las luchas que se libran entre buenos y malos, entre quienes detentan el poder y los que atentan contra él.

No es casual que los argumentos de estas historietas insistan en la idea de que quienes tienen las riquezas, tienen también el poder; en tanto los desposeídos, que apenas son dueños de su fuerza de trabajo, están condenados a obedecer sumisamente los mandatos superiores, y si alguna vez atentan contra la propiedad privada, son perseguidos y castigados como delincuentes comunes.

De modo que estas publicaciones, con amplia popularidad en Estados Unidos, Europa, América Latina y el resto del mundo, no son ajenas al acontecer político. Si desenmascaramos a sus personajes, encontraremos: por un lado, al pato más rico del mundo, que responde al nombre de Rico McPato (Tío Rico); un personaje con lentes redondos y apoyado en su bastón, que vive en completa soledad en una enorme mansión de Patolandia; él es el arquetipo del millonario que sueña con un mundo de fantasías, donde sea posible acumular riquezas sin pagar salarios; y, por el otro, a los Chicos Malos -representados como una pandilla de salvajes o ladrones-, que son los proletarios, y cuya única vía para su liberación consiste en abolir el poder económico de la familia Donald; poder económico que, por lo demás, es inconcebible al margen de la plusvalía y el sudor de los obreros.

El mensaje más sustancial no está en el comienzo de las historietas, sino en el desenlace, que casi siempre es el mismo: si los Chicos Malos no terminan en la cárcel, y Rico McPato se hace más rico, es Donald quien, montando en cólera y haciendo uso de un parloteo ininteligible, arenga a sus sobrinos la consigna de que todos los luchadores de la justicia social son “estúpidos”. Asimismo, como él es el guardián de los intereses de la clase dominante, se propone romper las manifestaciones de protesta con solo invitar a los alboroteros a tirar sus pancartas y beber limonada, para así enseñar a los lectores que los manifestantes, que luchan por la justicia social, son capaces de vender sus ideales a cambio de un vaso de limonada.

El personaje del Pato Donald, de carácter malhumorado y vestido al estilo marinero, es el producto más refinado de la publicidad industrializada. No menciona las palabras: lucha de clases ni burguesía y proletariado, pero rompe con las fronteras nacionales para convertirse en el patrimonio internacional de los mayores, niños y adolescentes.

El Pato Donald llega donde quiera y, donde está, construye palacios idénticos a los de Patolandia y subordina a los jefes de las tribus aún no civilizadas. Alrededor del 75% de estas historietas reflejan la expansión imperialista en los países subdesarrollados, la relación existente entre la civilización y la barbarie, entre el imperio y las colonias, entre unos que tienen todo y otros que no tienen nada. No en vano las aventuras de Donald transcurren en tierras exóticas, llenas de pirámides maravillosas y ruinas históricas, donde todavía es posible trocar las riquezas con baratijas, como en toda conquista de una nación sobre otra.

Sus sobrinos, Hugo, Paco y Luis, lo acompañan en sus aventuras, comportándose como los traviesos niños malos y antagonizando con su tío que, perdido en sitios remotos y tras cacerías de tesoros escondidos, tiene menos autoridad de lo que ellos se imaginan. En algunas de las aventuras en tierras exóticas, los sobrinos parecen tener un entendimiento más profundo y desarrollado de las cosas y un mayor grado de madurez que Donald, quien actúa casi siempre con torpeza y poco tino.

En estas revistas de serie, al margen de referirse sutilmente al saqueo de las riquezas naturales, ponen en evidencia el racismo y la xenofobia que lleva consigo el imperialismo, porque ante los ojos de Pato Donald, disfrazado de turista o explorador, aquellos que no tienen la piel blanca no son humanos sino seres extraños, a quienes se debe contemplar desde lo alto de una escalera o con la ayuda de una lupa, pues si no son gigantes embrutecidos, son tan pequeños como el dedo meñique. Y, claro está, para demostrar la supremacía de una potencia que domina económica y culturalmente, la familia Donald no necesita intérpretes ni diccionarios bilingües para comunicarse con otros pueblos que comparten la suerte del despojo. Es decir, se supone que todos hablan, como por arte de magia, el idioma de Patolandia, incluidos los salvajes de caras labradas y cabezas emplumadas.

La mujer en Patolandia no es más que un objeto de placer o ama de casa, como en toda sociedad capitalista y patriarcal, donde el hecho de ser varón, rico o bello, es suficiente para dominar sobre los menos afortunados. Las mujeres, según los mensajes transmitidos en estas series cuyos argumentos contienen muy pocas escenas de diálogos, tiene sólo dos valores: su estatus social y su belleza física, consciente de que la mujer, aquejada por su miseria y fealdad, no tiene otro destino que vivir como esclava del hogar, recluida en la cocina y convertida en una máquina reproductora de hijos, a diferencia de la mujer hermosa y sensual, cuya única función es satisfacer al hombre que la desposó y liberó, en gran medida, del trabajo doméstico.

En casi todas las historietas de Walt Disney, la mujer que lucha por liberarse de su opresión, vinculada al desarrollo de la lucha de clases y, sobre todo, a la propiedad privada de los medios de producción, está identificada con potencias oscuras y maléficas. Los autores del Pato Donald saben que el día en que la mujer se libere de las cadenas que la sujetan al silencio y la dependencia, y conquiste sus legítimos derechos, sepultará el mito que la sociedad machista creó en torno a ella, el falso mito de que la mujer sólo tiene dos opciones: ser Blancanieves o la Bruja Amelia, Cenicienta o la madrastra perversa, la Bella o la Bestia…

Toda la serie del Pato Donald, desde su primera aparición impresa, el 9 de junio de 1934, estaba destinada a tener un rotundo éxito entre los lectores niños y adultos. Se constituyó en uno de los vehículos más perfectos del patriotismo norteamericano y en el medio didáctico más eficaz para inculcar a sus lectores los valores propios de la cultura occidental capitalista. Si durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como propaganda en contra del nazismo alemán, durante la llamada Guerra Fría, protagonizada por el bloque comunista y capitalista, fue el medio a través del cual, con imágenes divertidas y frases ingeniosas, se desbarato toda ideología que atentaba contra la Estatua de la Libertad y la bandera de Estados Unidos.

jueves, 16 de abril de 2015


RECUERDOS DE UNA ENTREVISTA
 A EDUARDO GALEANO

Lo conocí en noviembre de 1982, en la sala de conferencias de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, donde asistió para presentar la traducción al sueco de su libro Las venas abiertas de América Latina. Me preguntó de dónde era. Le dije que era boliviano. Él cerró sus ojos claros, se arregló la gorra y dijo con voz de locutor: ¿Y de qué parte de Bolivia? De Llallagua, le contesté. Tengo muy buenos recuerdos de ese pueblo minero, acotó.

Luego me pidió acompañarlo hasta la puerta de entrada, porque tenía ganas de fumarse un cigarrillo. Apenas salimos, me habló de doña Domitila de Chungara, de esa mujer que se llenaba de coraje a costa de reducir su miedo y de la importancia de los sindicatos mineros, capaces de dar lecciones de lucha a los demás sindicatos del mundo. Allí mismo me contó que en una ocasión, los mineros le metieron al interior de la mina en Siglo XX, a una galería que tenía casi cuarenta grados de temperatura, y donde, a tiempo de pijchar la coca y sorber tragos de aguardiente, le preguntaron cómo era el mar. Entonces él, como todo artesano palabrero, se las ingenió para contarles cómo era el mar. Escogió las palabras apropiadas de modo que los mineros, empapados de sudor por las altas temperaturas, sintieran las palabras como si de veras las olas del mar les refrescara la cara y el cuerpo. También me contó que un día, mientras caminaba por la plaza de Llallagua, la mujer de un minero, al verlo con la pinta de gringo, lo confundió con un cura y quiso llevarlo a su casa para que le diera la última bendición a su marido, que estaba muriéndose con los pulmones reventados por la silicosis.

Cuando le solicité una entrevista, Galeano me miró dubitativo por un instante y, calculando mis veinticuatro años de edad, contestó algo así como: hazme las preguntas que quieras, pero en los lugares donde tengo programadas las charlas. Así lo hice. Le seguí los pasos durante dos días y me metí en todos los locales donde habló de los pormenores de su emblemática obra Las venas abiertas de América Latina y sobre el compromiso del escritor con su realidad y su tiempo; circunstancias que aproveché para hacerle preguntas que fueron respondidas con elocuencia y conocimiento de causa.

Recuerdo que en la sala de conferencias, y mientras relataba que su libro fue censurado por las dictaduras militares, nos llegó la noticia de que la Academia Sueca decidió conceder el galardón del Premio Nobel Literatura a Gabriel García Márquez. La noticia la dio a conocer en voz alta la escritora uruguaya Ana Luisa Valdés, quien formaba parte de la editorial Nordan, conformada por un grupo de exiliados uruguayos. La sala explotó de alegría y en sonoros aplausos, en tanto Galeano permaneció quieto en su asiento, como si la noticia le hubiese llegado a destiempo.

Al día siguiente, en la conferencia que dictó en la sala del Instituto de Estudios Latinoamericanos, ante una multitud necesitada de sus análisis lúcidos y su voz orientadora, hizo gala de su destreza verbal, casi siempre salpicada de metáforas y figuras de dicción. Los asistentes, con las mismas expectativas de quienes esperan las palabras de un mesías, lo aplaudieron por su visión particular en torno a las dictaduras militares, el saqueo imperialista y de lo mal que se trataba a los sudamericanos en España, donde él mismo estaba exiliado desde 1976, tras el golpe militar protagonizado por Jorge Rafael Videla, quien lo añadió en la lista de los condenados por el Escuadrón de la Muerte.

Esa tarde, a medida que recorríamos por una de las avenidas principales de Estocolmo, rumbo a la librería y cafetería Branting, donde tenía prevista una charla con un grupo de suecos, se quejó de que en España lo ninguneaban los doctores encargados de la cátedra de historia sobre América Latina. Me dijo que nunca lo invitaron a las aulas de las universidades, aunque los estudiantes leían “Las venas abiertas de América Latina”, como texto de referencia en la facultad de historia.

Recuerdo que vestía de manera modesta y daba la impresión de ser un fumador empedernido, porque, entre disertación y disertación, preguntaba si había un lugar de fumadores en el local. En la cafetería y librería Branting, que era propiedad del Partido Socialdemócrata Sueco, al no existir una sala destinada para los fumadores, se vio obligado a salir a la calle, donde fumó arrimado contra la pared y soportando los vientos helados del otoño escandinavo. 

En todas las charlas que dio, entre aplausos, bromas y risas, capté sus palabras en una grabadora de bolsillo y luego transcribí sin quitarle ni agregarle nada, en forma de una entrevista, que meses después se publicó tanto en Presencia Literaria de Bolivia como en el semanario Liberación de Suecia. Esta misma entrevista, sin embargo, no quisieron publicarla en el periódico El Deber de Santa Cruz, ya que su redacción de cultura me devolvió los papeles mecanografiados unas semanas más tarde, junto a una nota que decía: Sr. Montoya. Le sugerimos que, por favor, nos envíe entrevistas a autores más conocidos en nuestro medio.

Desde ese hecho curioso, han transcurrido más de tres décadas, y el Galeano que por entonces no era tan conocido como el Galeano de hoy, ha hecho correr mucha tinta en los medios de comunicación, porque sus libros se han vendido como pan caliente, llenándolo de fama y de fans, ya que sus buenos textos, escritos con una increíble economía de palabras, han dado la vuelta el mundo, traducidos a más de una veintena de idiomas.

Eduardo Galeano, a varios años de haber escrito Las venas abiertas de América Latina, en sesenta días y sesenta noches, con aciertos y desaciertos, estaba imbuido esos días en una lectura más profunda sobre la historia de nuestro continente, para terminar de escribir lo que llegaría a constituir su trilogía: Memoria del fuego, publicada entre 1982 y 1986, y cuyo primer volumen, Los nacimientos, fue publicado por la editorial uruguaya Del Chanchito, pocos meses antes de que lo conociera en Estocolmo.

Ya se sabe que las obras de este prolífico autor, que rompen con los géneros ortodoxos clasificados por los doctores de la literatura, se encuentran a medio camino entre el periodismo y la literatura, entre la realidad y la ficción. Sus relatos breves, a veces escritos en prosa poética y amena, son un rescate de la memoria colectiva, pero también un repaso cronológico de la historia de América Latina, donde se mezclan las luchas políticas con los mitos, las leyendas y los ritos de las culturas ancestrales.

A su estilo depurado y compromiso político obedece el hecho de contar con miles de seguidores y admiradores, que en un determinado momento intentamos pensar y escribir como él, con ese mismo desparpajo característico de los grandes escritores, que son como la miel en medio de un enjambre de abejas. Mi obsesión por su obra llegó a tal extremo que, de tanto leerlo y releerlo, lo tenía como a un fantasma persiguiéndome hasta en los sueños, quizás, porque estaba convencido de que en Bolivia hacía falta, más que los escritores de literatura light, un Eduardo Galeano, muchos, muchísimos Galeanos, para reescribir la historia oficial y rescatar la memoria secuestrada de un país que busca su identidad perdida, sin dejar de soñar con un proceso de cambio y descolonización.

Como constatarán, mi admiración por su prosa fue tan grande que, a veces, intenté escribir como él, como cuando Borges intentó escribir como Kafka, hasta que se dio cuenta de que Kafka ya había existido, aunque en este oficio, no siempre grato, los escritores jóvenes aprendemos a caminar de la mano de otro escritor más brillante y fogueado en el mundo de las letras, como quienes viven acechados por la tentación de plagiar textos, técnicas y estilos literarios, incluso a riesgo de perder su nombre propio por pretender parecerse al otro.

Por suerte, desde que dejé de ser un joven ingenuo e indocumentado, me liberé de la sombra de este autor que admiré con infinita pasión, porque, como él mismo enseñaba, aprendí a andar con mis propios pies y a pensar con mi propia cabeza. De todos modos, le agradezco por haberme ayudado a ver la luz entre las tinieblas de los sistemas de dominación, por haberme enseñado a descubrir la grandeza que se esconde en las pequeñas cosas y, sobre todo, por haberme estimulado a rescatar la memoria secuestrada de los sin nombre, de los sin voz, de esa gente humilde que habla poco, porque hasta las palabras les duele como estocadas en el alma, como hoy nos duele su dolorosa partida, ¡ah!, pero tal vez sea mejor pensar que su muerte no es verdad, ya que Eduardo Galeano, como diría José Martí, ha cumplido bien la obra de su vida, y si su muerte fuera verdad y si de veras no estuviera ya con nosotros, entre nosotros, al menos sus libros seguirán teniendo vida como la memoria viva de América Latina. 

lunes, 13 de abril de 2015


LA CHINA SUPAY EN EL ALTO

En uno de mis viajes a la Villa Imperial de Potosí, el artista Edwin Callapino me entregó la estatuilla de la China Supay, la amante celosa y seductora del Tío de la mina. Me la traje en el autobús hasta la ciudad de El Alto, empaquetada en un cartón cuyo rótulo advertía: Contenido frágil.

No la miré sino hasta que llegué a casa. Me aguanté la curiosidad con irresistible paciencia, como quien espera y desespera por descubrir la sorpresa escondida en un embalaje parecido a un regalo de Navidad. Además, quería darle una grata sorpresa al Tío, quien estaba esperándola ansioso desde  hace tiempo, con unas ganas locas de estrecharla contra su fornido cuerpo y, acuñándola con su reverendo miembro, amarla con fuerza salvaje y ardiente pasión.

Ni bien la saqué del cartón, el Tío se quedó fascinado ante la belleza de la China Supay, cuyos descubiertos senos le hicieron galopar el corazón. Y, como todo libertino aficionado a los excesos de la carne, no tardó en examinarle el trasero con la cara encendida por la lujuria, calculando el grosor de sus muslos y el diámetro de su cintura. Al final, como la China Supay estaba despojada de su bombacha, el Tío le clavó la mirada en la concavidad húmeda de su cuerpo.

La China Supay, aunque es fría en apariencia, pero caliente a la hora de ofrecer su cuerpo al hombre que le dedique su vida y amor, no se molestó por las miradas libidinosas ni los gestos imprudentes de su amado amante. Estaba acostumbrada a exhibir sus encantos en los Carnavales, donde forma parte de los danzarines de la diablada, que representan la lucha entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás.

En los Carnavales, ella luce una máscara de mujer coqueta, una tentadora sonrisa y dos pequeños cuernos en la frente; sus ojos grandes y celestes tienen una expresión pícara, sus pestañas son largas y revueltas, sus labios de granate, carnosos, seductores y entreabiertos, dejan entrever una dentadura tan perfecta como el arco de cupido. Así, flanqueada por Lucifer y Satanás, avanza dando brincos en zigzag, como si dibujara una serpiente reptando hacia el mismísimo infierno. En la danza es vigilada por el Arcángel San Miguel y acompañada por osos, cóndores y diablos que encarnan los siete pecados capitales.

La China Supay no baila sólo por devoción a la Virgen del Socavón, sino para conquistar el amor del Arcángel San Miguel, quien, a pesar de ser su rival y el rival del Tío, es su amor platónico, el amor de sus amores, pero un amor imposible al fin y al cabo, porque si ella, lejos de hechizar a los hombres con el movimiento provocativo de sus nalgas y senos, encarna los atributos de un ser infernal, el Arcángel San Miguel es dueño de una apariencia atractiva, corazón incorruptible y espíritu tranquilo, atributos preferidos por Dios.

Sin embargo, la China Supay, con su blonda cabellera flotando al aire, no deja de enseñarle las tetas ni las piernas en el recorrido por las calles de la ciudad, como si quisiera hacerle caer en la tentación, pero el Arcángel San Miguel, consciente de que es el guerrero de Dios y guardián de los reinos celestiales, la esquiva una y otra vez, como un santo enfundado en traje inmaculado; máscara de ángel celestial, casco invulnerable, coraza azul, blusa de seda blanca, falda corta, botines de media caña, escudo plateado y espada en ristre.

Todos saben que la China Supay, como no encuentra ninguna razón para que una mujer se consagre a la virtud de la castidad, atenta contra las buenas costumbres sexuales y pone en jaque a los hombres que la acosan en los Carnavales, intentando manosearla donde no deben y probar el elixir que ella guarda celosamente para el Tío de la mina, el único macho capaz de hacerla navegar en las estrellas y el único ser incapaz de renunciar a los placeres de la carne.

El Tío entiende y tolera las irreverencias de la China Supay, incluidos sus atrevimientos más extravagantes que concitan la crítica de los devotos de la Virgencita del Socavón; es más, él mismo me contó que en cierta ocasión, cuando demostraba una danza llena de piruetas y saltos, como si no quisiera quemarse los pies en las brasas del infierno, tuvo la osadía de dejar escapar de su mano una blanca paloma y de su blanca blusa una blanca teta, aureolada por un pezón rosado, tan propio en las mujeres que superan el rubio platinado.
La China Supay  no soporta la hipocresía ni la doble moral. Es la que mejor simboliza el secreto que cada mujer guarda en el fondo de su alma, en el oscuro pozo del subconsciente. Si la mujer calla, la China Supay habla como bruja deslenguada; si la mujer llora, la China Supay ríe a mandíbula batiente; si la mujer sufre, la China Supay se regocija con el dolor de los hombres; si la mujer goza de la vida y el amor, la China Supay goza junto con ella, por ser el fiel reflejo del yo profundo de una mujer que se mira en el espejo.
La China Supay, que simboliza la lujuria y el pecado, tiene el cuerpo esculpido de carne ideal en el que todo es bueno y bello, tan bello que perturba la razón y levanta el animal en reposo de cualquiera que la mire por adelante o por atrás. No hay hombre sobre la faz de la tierra que no se enamore del fulgor de su belleza; digo fulgor, porque todo su cuerpo es luminoso como una lámpara; más todavía, puedo aseverar que su enigmática belleza, hecha de miel y de fuego, puede abrirle incluso las puertas del Paraíso.
La China Supay será también ama y señora en mi casa, pero como quiero que baile en esa suerte de ballet infernal, que es la danza de la diablada, ejecutada por los seres llegados de los avernos y por el Tío de la mina, quien se muestra en los Carnavales con su traje de Lucifer, le pediré al mejor mascarero y artesano de Oruro confeccionar un traje de lujo para la China Supay, que ahora mismo está semidesnuda, con sus intimidades expuestas a la vista de todos.
Me imagino que su traje estará compuesto por diadema de oro y gemas preciosas, blusa escotada, corpiño brocado, minipollera decorada con dragones bordados con hilo Milán, medias nylon, bombacha con encajes, cetro de mando y pañoleta al cuello; sus botas de taco alto, caladas en la parte trasera y hasta la pantorrilla, llevarán aplicaciones de realce, como un chorizo que simboliza el órgano genital masculino, para que todos sepan que la sexualidad de la China Supay es voraz como las llamas del infierno. Y, como es natural, para engalanar su aspecto de diablesa, llevará alhajas con engastes de pedrería en las orejas, el cuello y los dedos.
Mientras esto ocurra, y con todo el respeto que se merece el Tío, ch’allaré por la feliz estadía de los dos, augurándoles eterno amor y eterna vida, aunque sé que ellos, que son mis huéspedes de honor, llegaron a mi casa para revelarme los secretos escondidos en el baúl de sus recuerdos que, más recuerdos, son el crisol donde se fundieron los cuentos, mitos y leyendas de la tradición oral de los mineros. 

miércoles, 1 de abril de 2015


EFEMÉRIDE DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

El Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, que se celebra cada 2 de abril desde 1967, coincide con la fecha de nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen (Odense, 2 de abril de 1805 - Copenhague, 4 de agosto de 1875), quien dedicó su talento a la creación de obras que han perdurado a lo largo de los años en la memoria de sus lectores.

Esta efeméride, justificada desde todo punto de vista, está patrocinada por el IBBY (International Board on Books for Young People o, su equivalente en español, Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil), cuya principal motivación consiste no sólo en promocionar los libros destinados a los niños y jóvenes, sino también para reconocer la dedicación y capacidad creativa de sus autores en cada uno de los países, donde se estableció una filial correspondiente al IBBY, para garantizar el derecho que tienen los niños a contar con una literatura que, más que tener un carácter didáctico y de censo-moral,  cumpla con la función de recrear sus pensamientos, sentimientos y, sobre todo, alimentar su fantasía, que es uno de los motores en la formación de su sensibilidad e inteligencia.

La Literatura Infantil y Juvenil ha tenido un galopante desarrollo en los últimos decenios, gracias al trabajo coordinado de escritores, psicopedagogos, editores y lectores, que pusieron todo su empeño en destacar la importancia de los libros que combinan los textos y las imágenes en una obra de arte, que despierta el interés de los lectores y estimulan el hábito de la lectura, acercando a los niños al mundo mágico de una de las literaturas que, tras haber sido una gran desconocida en el mundo editorial, ha pasado a acaparar la atención del mundo del libro, donde actualmente abunda su producción y genera enormes beneficios.

Desde mediados del siglo XX, aparte del aumento del número de premios literarios de Literatura Infantil y Juvenil, se han realizado varios eventos internacionales de autores y editores, en los que se han dilucidado temas referentes a su importancia y los objetivos a seguir, con resultados que han sido favorables para la producción de libros elaborados desde una perspectiva artística y lúdica.

Las instituciones estatales y privadas interesadas en el tema, además de incentivar el hábito de la lectura, tienen la finalidad de que la producción de la literatura infantil no se quede en el reflejo de los mitos, leyendas y cuentos provenientes de la tradición oral, sino que abarque otros aspectos que contribuyen a la formación intelectual de los jóvenes y niños, con temas que versan sobre los valores humanos y culturales, el mundo de los sueños y deseos, que son inherentes a su experiencia cotidiana y las aspiraciones propias de su mundo imaginario.

La Literatura Infantil y Juvenil, aun no teniendo la finalidad de adoctrinar ni moralizar la conducta de sus lectores, debe apuntalar su intelecto y capacidad tanto crítica como creadora, con la esperanza de que los textos e imágenes les permitan aprehender mejor su mundo cognitivo y reflejar las ilusiones de su fuero interno. Sólo una literatura hecha con intenciones auténticas y temas universales logra perpetuarse en la mente de los pequeños lectores, quienes son un puñado de emociones vivenciales y otro puñado de conocimientos adquiridos en las páginas de los libros.

La celebración del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, lejos de ser una fecha memorable como las epopeyas de la historia universal, es un día que sirve para recordar que los niños tienen derecho a contar con una literatura hecha a la medida de su desarrollo integral y para reflexionar en torno a los libros hechos con amor y fantasía, con el único afán de saciar el alma sedienta de los niños.

La Literatura Infantil y Juvenil, cada 2 de abril de cada año, se regocija y viste de gala, para celebrar una efeméride dedicada a los autores y lectores de los libros que son los cimientos de nuestro hábito de la lectura y las alas que echan a volar nuestra imaginación por los remotos lindes de un mundo hecho de pasiones y fantasías. Por eso mismo, las instituciones educativas, las autoridades de gobierno y los promotores culturales, están en la obligación de programar actividades concernientes al ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil, con el propósito de que el libro, más que ser un objeto ajeno a los niños, sea el mejor compañero de sus vidas, habida cuenta de que el libro, a pesar de los peros habidos y por haber, es un maestro que enseña y no regaña, un fiel compañero en las buenas y en las malas, un cofre de tesoros escondidos y un amigo con quien comparten las aventuras de la imaginación.

miércoles, 18 de marzo de 2015


ENSAYOS DE MONTOYA EN VERSIÓN DIGITAL

La editorial danesa Aurora Boreal, con sede en la ciudad de Copenhague, acaba de editar la versión digital de El eco de la conciencia, libro de ensayos del escritor boliviano Víctor Montoya.

La obra fue publicada por primera vez en 1994, mientras el autor residía en Suecia, tras haber sido exiliado por la dictadura militar en 1977. El libro no circuló en Bolivia, debido a varios factores propios de la época, manifestó Montoya.

Los ensayos incluidos en El eco de la conciencia, que cuentan con una rigurosa bibliografía y subtítulos ordenados de manera didáctica, abordan temas de interés general, tratados con honda sensibilidad humana y compromiso social.

El libro, escrito con pasión intelectual y agilidad estilística, reúne seis ensayos que invitan a reflexionar, desde una perspectiva histórica, política y social, sobre aspectos tan diversos como la historia de la mujer, las funciones latentes de la educación, el atropello a los derechos de los niños, las teorías de la biología racial y el desarrollo de la guerrilla del Che en Bolivia.

El eco de la conciencia es la tercera obra de Víctor Montoya en versión digital. Las otras dos, Cuentos en el exilio y la novela El laberinto del pecado, fueron publicadas en 2013 por la editorial española Literatúrame.

Víctor Montoya, nacido en La Paz, en 1958,  es escritor, periodista cultural y pedagogo. Autor de novelas, cuentos, ensayos y crónicas. Dirigió las revistas literarias PuertAbierta y Contraluz. Su obra está traducida a varios idiomas y tiene cuentos publicados en antologías internacionales. Escribe en publicaciones de América Latina, Europa y Estados Unidos.

Los interesados en descargar el libro, pueden acceder al sitio Web de la Editorial Aurora Boreal, ingresando a la siguiente dirección electrónica: http://www.auroraboreal.net/aurora-boreal/editorial-aurora-boreal/2002-el-eco-de-la-conciencia

lunes, 16 de marzo de 2015


REVELACIÓN DE ESCRITORAS BOLIVIANAS

Kathy S. Leonard, lingüista, catedrática, fotógrafa e investigadora estadounidense, es autora de Una revelación desde la escritura: entrevistas a narradoras bolivianas y Una revelación desde la escritura: entrevistas a poetas bolivianas, publicados el año 2001 por la Editorial Peter Lang Publishing en Nueva York. Dos antologías que registran, sobre la base de entrevistas, la vida y obra de veinticuatro narradoras y poetas bolivianas.

En su juventud, tras haber vivido una infancia solitaria y reprimida en California, tomó la decisión de lanzarse al vértigo de un mundo desconocido, con el único propósito de enfrentarse a las nuevas sensaciones y desafíos que le planteaba la vida. Así, perceptible a las nuevas experiencias y conocimientos, recorrió por varios países de Latinoamérica, registrando con su cámara fotográfica las diversas imágenes de un continente contradictorio y fascinante. Más tarde, en su calidad de lingüista, y ansiosa por conocer otras vidas, otros idiomas, otras razas y culturas, sus pasos la llevaron a Argentina, México, Guatemala, Perú, Chile, Ecuador y Bolivia, donde supo descubrir el tesoro escondido de un país que, aun siendo uno de los más pobres en términos económicos, es rico en materias primas, cultura y geografía.

En Bolivia experimentó la mágica combinación entre las regiones bajas del trópico y las majestuosas montañas del altiplano, y encontró culturas milenarias y variaciones lingüísticas que estimularon su pasión por el estudio de los idiomas ancestrales y el modus vivendi de las comunidades que sobrevivieron a la colonización y el desprecio. En este país andino realizó también el sueño de entrevistar a las narradoras y poetas contemporáneas, con el fin de llevárselas en su maleta hacia el Norte, donde publicó dos libros con el material que acopió a base de una grabadora y computadora portátiles.

Kathy S. Leonard, con el entusiasmo y la expectativa de siempre, ha estado en Bolivia para presentar el fruto de sus investigaciones, lo mejor de su voluntad de acero y su experiencia profesional, sin pedir nada a cambio, acaso ni los agradecimientos por el fecundo trabajo que desarrolló en provecho de la difusión de la literatura boliviana en su país de origen. De paso, como todo corazón violentamente apasionado por lo novedoso y desconocido, rompió una vez más las fronteras nacionales y las franjas de distorsión que impone la realidad de los países donde se funden con la misma intensidad el esplendor del pasado precolombino y el presente neoliberal, como si fuesen las dos caras de una misma moneda.

¿Qué le llamó la atención en la literatura femenina de Bolivia? Pienso que ese carácter sencillo, introspectivo y rotundo que brota de los versos y relatos de quienes se sobreponen a los dictados de la censura inoficial y los prejuicios sociales. Kathy S. Leonard, autora de Una revelación desde la escritura, sabe de algún modo que en estas escritoras, de talento innato y virtudes a toda prueba, está concentrada la sabiduría popular, pues ellas reflejan la situación concreta de la mujer boliviana -obrera, campesina, ama da casa, intelectual-, a partir de una experiencia individual y colectiva.

Esta catedrática de idiomas, sencilla y afectiva, se acercó a la literatura boliviana con sensibilidad e inteligencia, pensando en la necesidad de rescatar lo que es rescatable. De ahí que el resultado de su investigación sea óptimo y, por lo tanto, digno de ser conocido no sólo por los estudiosos de la literatura, sino también por los lectores en general, pues las páginas de los dos volúmenes de Una revelación desde la escritura, cargadas de sorpresas y experiencias vividas, son fuentes que destilan la savia de la creatividad y el saber femenino en Bolivia. 

Está por demás señalar que esta estudiosa de la literatura hispanoamericana es un puñado de sentimientos, que se abre cual un ramillete de flores ante un pueblo que aprendió a amar desde la primera vez que llegó sin conocer a nadie, pero seducida por el misterio de enfrentarse a una geografía maravillosa y a una población que ya entonces le hacía ecos en su pecho. Así, estando en el aeropuerto de El Alto, una mañana lluviosa de febrero de 1996, sin más recursos que un equipaje, una cámara fotográfica, una computadora portátil y un libro-guía para turistas norteamericanos, comprendió que ingresaba a un territorio conmovedor e inolvidable. Ella misma, recordando sus primeras impresiones, nos revela en la introducción de los libros: Bajé del avión con las piernas inseguras y los pulmones apretados, luchando por respirar a unos 12,500 pies de altura y entré en un mundo que hasta hoy no ha dejado de maravillarme.

Kathy S. Leonard, como pocas investigadoras extranjeras, primero se zambulló en las tradiciones y costumbres ancestrales de la cultura boliviana, para luego hablar de éstas con propiedad y conocimiento de causa; es más, a diferencia de los turistas trashumantes, tuvo la certeza de escarbar la superficie de un territorio desconocido, para hallar los tesoros que andaba buscando intuitivamente. Así encontró la riqueza cultural de un país multifacético y un hermoso cofre literario que por mucho tiempo permaneció en el silencio y el olvido, sobretodo esa parte que corresponde a las artesanas de la palabra escrita, cuyas voces hoy aparecen registradas en dos antologías de indudable calidad ética y estética.

Esta amiga de Bolivia y los bolivianos, que domina el idioma español como si fuese su lengua materna, puso una piedra fundamental en el trayecto de varias escritoras que no siempre cuentan con el respaldo de las instituciones culturales ni el beneplácito de sus colegas varones, quienes olvidan con frecuencia considerarlas en las antologías y los textos de estudio, quizás porque  todavía viven sujetos a los atavismos culturales y al prejuicio de que la literatura de las mujeres es menor o peor literatura que la cultivada por los hombres.

De modo que la elaboración de estos dos volúmenes, que le tomó seis años de investigación y trabajo obsesivo, es un desafío contra los estamentos de una sociedad relativamente conservadora, donde perviven los resabios de un sistema patriarcal, que no siempre supo ponderar la inteligencia y creatividad femeninas. Por eso mismo, esta catedrática de la Universidad Estatal de Iowa en la ciudad de Ames, consciente de su labor intelectual y su propuesta emancipadora, no dudó en rescatar del silencio aquellas voces que no siempre encontraron ecos en su entorno social. En tal virtud, rescató lo más representativo de la prosa y poesía femenina actual, puesto que las autoras consignadas brillan con luz propia en la constelación de la literatura nacional; más todavía, algunas de ellas lograron consolidar obras que poco a poco se van abriendo un espacio merecido en el contexto de la literatura universal.

Según los datos proporcionados en Una revelación desde la escritura, nos enteramos que el proyecto de las entrevistas surgió en 1994, año en el que, buscando con fascinación y esmero los cuentos de autoras latinoamericanas para incluirlas en las antologías Fire from the Andes: Short Fiction by Women from Bolivia, Ecuador and Perú (1997) y Cruel Fictions, Cruel Realities: Short Stories by Latin American Women Writers (1998), entró en contacto con algunas narradoras bolivianas, cuyo registro escritural y capacidad creativa cautivó su intelecto y corazón, y condujo sus indagaciones hacia el seno de una de las literaturas más secretas e interesantes del continente americano.


El descubrimiento de este cofre literario, que deslumbró uno de los puntos más neurálgicos de su quehacer profesional, hace pensar que por fin halló lo que anduvo buscando a ciegas, a tientas. De ahí que sus palabras cobran vida cuando dice: Durante mis investigaciones descubrí una gran cantidad de mujeres que escribían y publicaban en Bolivia, tanto narradoras como poetas, la mayoría desconocidas en su propio país. Cuando me di cuenta de que no sería posible incluir más que unas cuantas obras en la antología, y como no deseaba pasar por alto a tantas autoras con talento, tomé la decisión de continuar mi trabajo con escritoras bolivianas y producir dos volúmenes de entrevistas, uno de narradoras y otro de poetas. Pero algo más, aparte de las entrevistas, hubo la necesidad de incluir en los volúmenes una breve biografía, una ficha bibliográfica, una fotografía y un ejemplo de la obra de cada una de las autoras que integran Una revelación desde la escritura, dos maravillosos libros que registran la vida y obra de veinticuatro escritoras de reconocido prestigio en el ámbito de la literatura nacional.

El volumen dedicado a las poetas destaca los nombres de: Yolanda Bedregal (La Paz, 1916); Alcira Cardona Torrico (Oruro, 1926); Matilde Casazola Mendoza (Sucre, 1943); Gladys Dávalos Arze (Oruro, 1950); Mery Flores Saavedra (La Paz, 1935); Blanca Garnica (Cochabamba, 1944); Norma Mayorga de Villarroel (La Paz, 1950); María Soledad Quiroga (Chile, 1957); Rosario Quiroga de Urquieta (Cochabamba, 1950); Mónica Velásquez Guzmán (La Paz, 1972) y Blanca Wiethüchter (La Paz, 1947).

El volumen dedicado a las narradoras incluye los nombres de: Virginia Ayllón Soria (La Paz, 1958); Velia Calvimontes Salinas (Cochabamba, 1935); Patricia Collazos Bascopé (La Paz, 1951); Elsa Dorado de Revilla (Oruro, 1931); Beatriz Kuramoto (Santa Cruz, 1954); Beatriz Loayza Millán (La Paz, 1953); Rosa Melgar de Ipiña (Beni, 1910); Blanca Elena Paz (Santa Cruz, 1953); Martha Peña de Rodríguez (Santa Cruz); Giovanna Rivero Santa Cruz (Santa Cruz, 1972); Roxana Sélum (Beni, 1959); Alison Spedding (Inglaterra, 1962) y Gaby Vallejo Canedo (Cochabamba, 1941).

Kathy S. Leonard, sin lugar a dudas, sabía desde un principio que para conocer mejor a las autoras había que reunir no sólo una muestra significativa de sus obras, sino también sus opiniones respecto al rol de la mujer boliviana en el contexto cultural en general y literario en particular. Esta inquietud la llevó a entrevistar varias veces a cada una de las escritoras, quienes, desde sus hogares o fuentes de trabajo, accedieron a contestar las preguntas, convencidas de que esta era una excelente oportunidad para difundir sus obras más allá de las fronteras nacionales.

Asimismo, consciente de que la literatura femenina boliviana era poco conocida en el contexto internacional, decidió ampliar las entrevistas con el fin de abordar temas que resultaran reveladores y novedosos. Ella misma nos lo explica en la introducción de los libros: Pedí a las escritoras que hablaran de su producción literaria respecto a una variedad de elementos: las limitaciones culturales que hubieran tenido que superar; el efecto que la situación socio-política actual dentro de Bolivia pudiera haber tenido respecto a su producción literaria; si los varios movimientos femeninos han afectado a su obra; qué relación tienen con otros escritores, hombres, mujeres, dentro de su propio país y en el exterior; si según su opinión hay una diferencia entre el punto de vista literario de hombres y mujeres; y cuáles son los problemas que han encontrado al intentar publicar sus obras en Bolivia. Otras preguntas, de naturaleza personal, tienen el propósito de iluminar o clarificar la producción literaria de la autora. Por ejemplo: ¿De qué manera influyó su niñez en la decisión de ser escritora?; ¿cómo se considera a sí misma como persona y como escritora?; ¿cómo maneja el papel multifacético de madre-esposa-trabajadora-escritora?; ¿cómo integra su vida familiar a su vida literaria?

Como podrá apreciar el lector, las preguntas planteadas por Kathy S. Leonard tuvieron el firme propósito de revelarnos el mundo personal y profesional de las autoras entrevistadas; una tarea que no estuvo libre de dificultades, puesto que mientras ella vivía en Estados Unidos, las escritoras residían en los diferentes departamentos de Bolivia, un hecho que la obligó a viajar tres veces consecutivas al laboratorio de sus investigaciones para culminar su proyecto, que hoy es una suerte de sueño que se hizo realidad gracias a su trabajo tesonero y su amor desmedido por un país donde encontró las respuestas a sus preguntas, y un gran estímulo para proseguir con sus investigaciones en el apasionante campo de la literatura.